El glotón es víctima y culpable. La glotonería ha pasado de ser una ofensa a Dios a ser un pecado social. Salvo en los días señalados en los que la comilona y el descontrol son de recibo, y aparte de los que tienen bula por cargo o por oficio, la glotonería despendolada suele considerarse de mal gusto. La gula ha mutado en enfermedad: ha pasado de vicio voluntario a infortunio hereditario, de pecado de ricos a pecado de todos, de depravación individual a tendencia social. Hemos socializado las virtudes, pero también las taras.
Con una prosa de gran riqueza expresiva, Adrià Pujol ofrece un recorrido muy singular por la tradición literaria, cinematográfica, artística e iconográfica de Occidente en torno a la gula.
La serie «Pecados capitales» pretende ofrecer una visión fresca y rigurosa de cada «pecado» de la mano de nuevas voces del ensayo.