Las pruebas indican que las experiencias en los espacios naturales pueden paliar los síntomas del trastorno por déficit de atención
con hiperactividad, mitigar la depresión y la ansiedad,
ayudar a prevenir o reducir la obesidad y la miopía,
reforzar el sistema inmune y reportar muchas otras ventajas
para la salud física y psicológica. Además, el tiempo que se pasa
en la naturaleza también puede mejorar la socialización y reducir
la violencia social, estimular el aprendizaje y la creatividad,
reforzar la ética conservacionista…
Richard Louv sostiene que el aumento galopante de la tecnología
ha provocado la aparición del denominado trastorno por déficit
de naturaleza. Acostumbrados durante miles de años de evolución
a adaptarnos a un entorno, en los últimos tiempos hemos cambiado el medio natural por la ciudad; de la comunidad rural hemos pasado a una sociedad altamente urbanizada. Esta situación produce desórdenes en las funciones fisiológicas y psicológicas,
agravadas según aumenta la exposición a la velocidad
y la hiperestimulación de los avances tecnológicos. El cerebro
de niños y jóvenes se ha habituado a manejar aplicaciones
en dispositivos móviles y consultar Internet en un ordenador portátil mientras simultáneamente escuchan o ven series de televisión;
para ellos, la naturaleza se ha reducido a un estímulo lento.