Los hábitos alimentarios erróneos o incoherentes perjudican a nuestro organismo y provocan que su
funcionamiento se deteriore. La alimentación vital propone una respuesta adecuada para solucionar estas disfunciones y
recuperar el equilibrio del cuerpo y el cerebro a través de una alimentación predominantemente vegetal, poco manipulada
y altamente nutricional. Su base la constituyen las semillas germinadas, los vegetales crudos, los alimentos integrales,
los condimentos, las especias, los jugos de brotes y de verduras, las algas, los alimentos deshidratados y
lactofermentados y los platos elaborados a partir de una gran diversidad vegetal.