La inglesa Rosie Sanders piensa diferente, mira diferente y pinta diferente a todos los demás retratistas de flores. Es una maestra de las proporciones y de la luz. Su obra captura los momentos de transformación de las flores y nos demuestra que contienen un atractivo muy particular, que escapa a los parámetros de la belleza supuestamente perfecta. Para ello plasma en sus lienzos tulipanes, iris, anémonas, rosas, orquídeas o gladiolos de grandes dimensiones que a contraluz parecen tan transparentes como si estuvieran hechos de papel japonés. Sus cuadros son modernos, vigorosos, a veces eróticos, y de una precisión que ninguna fotografía podría alcanzar.