Los calendarios más antiguos, labrados en piedra, nacieron de observar los astros, luego ritmos de la Naturaleza y ciclos planetarios. Desde hace pocos siglos se elaboran con intereses políticos, religiosos para eclipsar a la cultura precedente: los romanos, a los druidas; las religiones oficiales, a las deidades de la Madre Tierra; en la modernidad todo es mera ocasión de consumo. Nuestra propuesta es seguir el ritmo de la Tierra y anotar nuestras pulsiones vitales, con la curiosidad de quien empieza una nueva era.