Como señala Jorge Alemán en su prólogo, «el primer acierto del texto que aquí presentamos es que en lugar de dedicarse, como es propio de los últimos tiempos, a teorizar y pensar clínicamente en la anorexia y la bulimia, dos patologías exitosas en el ordenamiento clínico de los vínculos sociales actuales, se aventura en una genealogía subjetiva del exceso; en este caso, ese que se conoce bajo el nombre clásico de gula».
¿Qué es la gula? Una actitud ante la vida, un goce, aire, agua, gusto, aliento, olores? Y palabras, y más palabras?
Acotar lo más posible la pulsión y el placer oral en su trivialidad, hablar de las tres comidas diarias y de su importancia como descarga pulsional es un proyecto que, hasta la fecha, no parece haber atraído a muchos estudiosos.
Y, sin embargo, las representaciones fantasmáticas se crean en la boca, se piensan con la lengua y las papilas. Atravesarán, a lo largo de toda la vida, la cotidianeidad tranquila y, vía afectos, agresividad primaria e identificaciones primordiales, conducirán al mito, a la
transcendencia de la ética y de la imagen de los dioses.